22 feb 2015

Un día cualquiera.

Me encanta las historias románticas y si puede ser con finales felices, de esas que te sacan una lágrima o más de una, que además te saca una sonrisa sin querer. Son grandes historias, historias que todos, a nuestra manera, vivimos.

Os voy a contar una historia, una historia que tuvo un principio bonito, pero aún no tiene final. En la vida, no es como en las películas, la vida no tiene principio, desarrollo y final, y es difícil para la personas determinar el final de una historia.

Esta es la historia de una chica corriente, bastante corriente, nadie se preocupa de contar las historias de las personas corrientes. Yo aún así, lo haré.

Esta chica estaba enfrente del ordenador en su trabajo, era un día flojo de trabajo, se aburría mogollón. Se había hecho mayor sin darse cuenta, y ahora tenía trabajo, pareja y ciertas responsabilidades. 

Había sufrido por varios amores, pero el último le tocó muy adentro. Intentó con todas sus ganas enamorarse de nuevo y por un tiempo lo consiguió, pero la rutina y el tiempo hizo que conociera a aquel hombre que había decido tener a su lado de por vida.

Algunos pensarán que es bastante osado decir que decides pasar el resto de tu vida con alguien, pero la chica era bastante corriente, después de lo que había sufrido se conformaba con alguien que no le hiciera sufrir.

Estaba acostumbrada a su rutina diaria y no deseaba nada más, se había conformado con su vida, era un vida cómoda y una vida en la cual sabía que no sufriría. Aunque sabía de sobra que le falta esa "chispa" que hay en las películas de romance.

Y en esa mañana de aburrimiento, tuvo noticias inesperadas de alguien del pasado. Alguien que le hizo mucho daño, pero que ella perdonó con el tiempo, porque ella lo quiso de verdad y eso pudo más que el dolor y sufrimiento que le causó al final. Era noticias buenas, y ella se alegraba muchísimo, porque aún le seguía teniendo cariño a aquel muchacho que ahora era un hombre.

Estaba muy cambiado a como lo recordaba, pero en el fondo seguía siendo el mismo muchacho que conseguía hacerle reír. Como le gusta reír a esta chica corriente, era la mejor sensación para ella.

Retomaron el contacto, ambos tenía vidas muy diferentes, durante semanas estuvieron hablando como viejos amigos, como esos amigos que llevan siglos sin hablar, pero no ha cambiado nada. Él le contaba sus problemas, sus inquietudes, su alegrías y sus logros, y ella lo escuchaba atentamente. La confianza que él le daba hacía que ella, poco a poco se abriera hacia él. Aunque apenas tenían cosas en común, era agradable hablar.

Él la hacía ser más despierta, más como era ella. Esa chica corriente, despierta, risueña, que analiza todo, y que no se conforma. Una chica ambiciosa, alegre e inteligente. Él le recordó, lo que fue y lo que le gustaba. Y poco a poco, la chica corriente empezó a dejar de estar conforme.

Poco a poco se estaba dando cuenta, que su vida no era con lo que soñaba cuando era más joven. Aunque con su familia estaba mucho mejor de lo que se esperaba, su trabajo no era lo que se había imaginado, demasiado papeleo y poco trato personal, y su pareja....

Su pareja, era lo que más quebradero de cabeza le daba. Ella creía estar enamorada, pero poco a poco notaba que no era lo que pensaba. Definitivamente, él no era el chico de su sueños. No la hacía reír como a ella le gustaría, él no le hacía sentirse deseada, él no tenía algunas cualidades que ella quería en un hombre; gracioso, extrovertido, ordenado, perfeccionista y activo.

Lo peor que hacía sentir a la chica, es no sentirse deseada. Los pocos recuerdos que le quedaba de la persona de su pasado, era como la miraba cuando ella le seducía, o como le seducía él a ella. O su cara de placer cuando lo masturba o cuando llega al orgasmo. La chica lo recordaba como algo tan vivo, algo que fue tan real y que pasó hace mucho tiempo, y que apenas recordaba los recuerdos, tenía la sensación de que se habían esfumados o se habían ido con él.

Echaba de menos eso, pero no quería nada de la persona del pasado. Porque no le atraía, ya no era el que fue. Creía que ella se merecía a alguien así. Un hombre que le hiciera feliz, que le hiciera reír, que le quisiera, que le deseara todos los días, que le hiciera el amor los días pares y los impares follarle, que le hiciera las cosas muchos más fáciles, y si no pudiera que le hiciera la ilusión de que lo serán. Ella creía que se merecía esa persona que le haría mejor persona.

Esta historia, me contó esta chica corriente, una noche de sábado. No sé si esta historia tendrá final, y si tiene final, que final tendrá. Pero después de confesarme esta historia la chica, dijo que no podía,que no podía dejarle. Que ya no era su YO del su pasado, estaba acomodada a su vida, a su rutina. Ya no era valiente, ahora sí le importaba su entorno y lo que ellos dirían sobre ella.

Mi reflexión: Es un asco hacerse mayor, se va perdiendo nuestra esencia por el camino. Poco a poco nos vamos vendiendo a nuestro enemigo, o sea a nosotros mismos. Y si alguna vez necesitamos de nuestra propia ayuda puede que un día se nos deniegue, por no estar en nosotros eso que necesitamos.


Pd.: Eres un quejica jajaja aquí tienes tu dedicatoria. Ya me dirás si te ha gustado o no. Y espero que hayas entrado para tardar en irte jejeje Me estoy acostumbrando a ser tu amiga. (k)

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